Clasificación de la obesidad
La finalidad de clasificar la obesidad es comprender su etiología y evolución y hacer un pronóstico en relación con el riesgo y las consecuencias clínicas que aumentan la morbimortalidad al repercutir en los distintos órganos y sistemas, por ello contamos con el curso de actualización y prevención de la obesidad.
Anatómica
Índice de Contenido
En las últimas décadas se utilizaba una clasificación elaborada atendiendo al tipo celular, que distinguía entre una obesidad hiperplásica y obesidad hipertrófica.
Hiperplásica
Típica de la obesidad en el niño, en la que hay un aumento del número de células grasas, es decir, población exagerada de adipocitos de tamaño normal. Está asociada a la aparición de obesidad en épocas de crecimiento como la infancia y adolescencia y son de mal pronóstico debido a la imposibilidad de reducir la población de adipocitos, que una vez establecida se caracteriza por su avidez por la grasa y tendencia a recuperar su tamaño si se les ofrecían nutrientes. Por ello están asociadas a un mayor factor de riesgo en el futuro.
Hipertrófica
Es más característica de la etapa adulta en la que los adipocitos son normales en número, pero serían de gran tamaño y estarían cargados de grasa. En este tipo de obesidad es más fácil la pérdida de peso. A pesar de que esta teoría fue aceptada durante varias décadas, no se ha podido demostrar su correspondencia con la realidad clínica y ha caído en desuso por su falta de utilidad.
Cuantitativa
Cuantía de peso vinculada al riesgo relativo (RR) de padecer enfermedades asociadas a la obesidad. La utilidad de esta clasificación estriba en poder establecer una escala de gravedad basada en criterios numéricos y marcar la progresión o regresión individual de cada paciente.
Para definir la obesidad se acepta como punto de corte un valor de IMC de 30 kg/m2 o superior, aunque también se han establecido valores superiores al percentil 85 de la distribución de la población de referencia.
Distributiva o de tipo morfológico
Ginoide, glúteo-femoral o periférica (pera)
Es la obesidad característica de las mujeres donde la distribución de la grasa se acumula en la parte inferior (bajo vientre y caderas) y está asociada con un menor riesgo (Imagen 1).
Imagen 1. Ejemplos de obesidad androide y genoide
Androide o central (manzana)
Característica de la distribución de la grasa en el hombre, se acumula como se ve en la Imagen 1 en la parte superior del organismo (tórax y abdomen). Este tipo de obesidad está asociado a un mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, por acumulación de grasa en los órganos vitales.
La distribución de la grasa corporal depende de factores hormonales y genéticos. Se ha podido verificar que las personas que tienen la distribución de grasa abdominal son más propensas y tienen un mayor RR a padecer en un futuro HTA, diabetes mellitus, hiperlipidemias y enfermedad cardiovascular. Está muy relacionada con una mayor prevalencia de intolerancia a la glucosa, resistencia a la insulina, crecimiento de la presión arterial y aumento de los lípidos sanguíneos. Por ello es muy importante valorar también este parámetro, para lo que es preciso medir la circunferencia de la cintura (la medida se hace por encima de la cresta ilíaca).
El panel de expertos en hipercolesterolemia (NCEP-ATP III, 2001) considera patológico en los hombres que el perímetro de cintura sea mayor de 102 cm y en mujeres mayor de 88 cm, mientras que la International Diabetes Federation (IDF, 2005) considera patológico un perímetro mayor de 94 cm en el hombre y superior a 80 cm en la mujer y además es un criterio indispensable para establecer la presencia de síndrome metabólico. No existe un acuerdo unánime sobre cuál debe ser el punto de corte en cuanto al valor de la circunferencia de la cintura a partir del cual el exceso de grasa visceral se acompaña de un aumento claro del riesgo cardiovascular y para la definición del síndrome metabólico (OMS, NCEPATP-III IDF). Parece por tanto necesario que, de cara a evaluar correctamente el riesgo cardiovascular, cada población establezca sus propios puntos de corte tanto para el IMC como para la circunferencia de la cintura y determinar así lo que se ha denominado “cintura de seguridad”.
En vista de la bibliografía revisada se puede concluir que el perímetro de cintura es un excelente predictor de riesgo para la enfermedad cardiovascular (asociación de factores de riesgo). Como ya se sabía, un perímetro de cintura mayor a 102/88 cm es totalmente patológico y presenta un elevado riesgo cardiovascular. Sin embargo, un importante porcentaje de sujetos con perímetro de cintura inferiores, no considerados patológicos por el NCEP-ATP III, presenta ya una agrupación de factores de riesgo cardiovascular. Por ello, quizás un perímetro de cintura mayor a 94/80 cm, tal y como se ha recomendado para la población europea, podría considerarse patológico o, al menos, “prepatológico”, y debería servir para identificar a pacientes con elevado riesgo cardiovascular en los que habría que determinar otros factores de riesgo y actuar enérgicamente, para evitar la aparición de enfermedad cardiovascular.
Cómo medir el perímetro de la cintura
En los cursos para enfermería la determinamos con una cinta métrica flexible, milimetrada, estando la persona de pie, sin ropa y relajado. Se tiene que localizar la parte superior de la cresta ilíaca y hacer ahí una señal (con un rotulador, por ejemplo). Se rodea todo el abdomen con la cinta métrica y se anotan los centímetros, después de haber echado todo el aire. Es mejor hacer dos o tres intentos, para tener un valor más ajustado.
Otro parámetro antropométrico que valora la distribución de la grasa es el índice circunferencia de cintura/circunferencia de cadera (ICC), una cifra alta generalmente más frecuente en hombre refleja una obesidad androide o central con unos depósitos de grasa preferentemente en abdomen y en la parte alta del cuerpo lo que se relaciona con un mayor riesgo para la salud. Una cifra baja, más característica en mujeres, refleja depósitos de grasa periférica en las caderas y muslos (tipo ginoide) y un menor riesgo. Se usa también como medida indirecta de la grasa abdominal y se recomienda su empleo junto con IMC para predecir el riesgo.
ICC = Cintura (cm) / Cadera (cm) x 100
En los niños y adolescentes la obesidad suele ser la mayoría de veces de tipo central, con predominio del depósito de grasa en la región abdominal, y así lo han demostrado Moreno et al (1998). En la edad pediátrica el IMC no se corresponde exactamente con los valores del adulto, ya que este índice se eleva durante el primer año y luego desciende, para volver a subir a partir de los seis años.
Orgánica o secundaria
Comprende los casos secundarios a otros procesos. Estas representan únicamente el 1% de las causas de obesidad.
Neuroendocrinas
- Obesidad hipotalámica: es infrecuente. Se puede producir en el caso de afectación del hipotálamo ventromedial por traumatismo, tumor (craneofaringiomas, hamartomas, etc.) o enfermedad inflamatoria. Se acompaña de manifestaciones clínicas de hipertensión intracraneal (cefalea, alteración de la visión), de manifestaciones endocrinas (amenorrea, hipotiroidismo, etc.).
- Obesidad hipofisaria y suprarrenal: déficit de la hormona del crecimiento. Exceso de producción de ACTH. Síndrome de Cushing.
- Hipotiroidismo: se acompaña de un incremento de peso, sobre todo cuando hay mixedema.
- Hiperinsulinismo, hipopituitarismo, hipercorticismo (síndrome y enfermedad de Cushing), síndrome de Stein-Leventhal.
- Síndrome de ovario poliquístico.
- Insulinoma: la hiperinsulinemia, secundaria a un insulinoma, puede provocar obesidad, probablemente debida al aumento de la ingesta secundaria a la hipoglucemia recidivante. Es bastante rara la obesidad asociada a este tumor.
Incremento de peso asociado a fármacos
- Glucocorticoides.
- Valproato sódico.
- Antidepresivos tricíclicos (amitriptilina).
- Ciproheptadina.
- Fenotiazinas.
- Estrógenos y progestágenos.
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