26 enero 2021
Autor: DAE Formación
Duración aproximada de lectura: 4 min

Hablar de cuidados a la persona mayor es hablar de la profesión enfermera con algunas características que los diferencian de otros grupos de edad: es necesario conocer qué sucede con el paso de los años y desde luego contemplar las necesidades que con el paso del tiempo se manifiestan en la vejez. Además, hay que tener en cuenta que, en principio, las necesidades básicas son las mismas que las del adulto más joven, no obstante, hay que contemplar que la forma de manifestarse son diferentes y, por tanto, la manera de satisfacerlas también va a variar.
Por estas características, es necesario realizar los cuidados al anciano, comenzando por la necesidad de comunicación y relación con la persona mayor y/o con la familia, de manera que la obtención de los datos necesarios para ejercer el cuidado se realice en las condiciones óptimas.

Necesidades básicas de la persona anciana

Contemplar las necesidades de los ancianos pasa por incluir una valoración de todas las áreas que le rodean, ya que algunas necesidades se encuentran alteradas, no por el cambio físico y funcional, sino por las barreras arquitectónicas o sociales que le rodean, que van a impedir que se pueda dar respuesta a esa alteración.
De igual forma, las alteraciones de la cognición pueden dificultar la capacidad para la realización de otras actividades necesarias para el mantenimiento diario.
Prestar los cuidados básicos necesarios para mantener la calidad de vida y evitar, o al menos retardar, los síndromes geriátricos, forma parte de los objetivos de atención a las personas mayores.
Debido al marcado envejecimiento de la población, se considera de especial relevancia el abordaje de dicha temática. Tanto es así que una buena comunicación entre el personal sanitario y el anciano es imprescindible para lograr óptimos resultados. Pero para mejorar esta relación, ¿qué se puede hacer?Relación y comunicación con la persona anciana
En primer lugar se hace necesaria una valoración individual de cada persona. No hay dos iguales. Cada una cuenta con sus propias creencias y valores, fruto de experiencias vividas, determinadas prioridades que deben tenerse en cuenta a la hora de hacer recomendaciones, entre otros puntos. Si estas se obvian, es muy posible que exista un desacuerdo entre ambas posturas y, por qué no, derivar en un conflicto de intereses. Ante todo, es importantísimo que el personal sanitario evite hacer juicios de valor, aunque las opiniones no coincidan.
Por ello, es necesario incluir una valoración biopsicosocial, pues los aspectos psicosociales influyen de la misma manera que el aspecto biológico en la persona. Para poder tratar aspectos como la soledad, depresión, abuso, temor a la muerte, pérdida de memoria o disfunción sexual, entre otros, es necesario que los profesionales sanitarios propicien un clima adecuado; así el paciente podrá percibir un ambiente de confianza y seguridad, comprendiendo que todo lo que se habla es confidencial. Del mismo modo, la disposición de tiempo es notablemente importante, ya que la persona debe percibir que el personal sanitario le dedica el tiempo suficiente para dejarle hablar y poder comunicarse.
En este sentido, los cuidadores de las personas mayores también juegan un papel crucial, por lo que se hace necesario contar con su colaboración siempre que sea posible. De igual manera, la figura del trabajador social adquiere también una relevante importancia, pues puede ayudar a conocer la situación social de los pacientes.
En cuanto al aspecto bilógico, la capacidad sensorial y funcional en estas edades cobran especial relevancia. En los ancianos dichas funciones deben ser valoradas sistemáticamente dado que los déficits sensoriales (especialmente el auditivo y el visual) producen un fuerte impacto en la interacción entre el profesional sanitario y el paciente. Así, por ejemplo, si el paciente tiene un déficit auditivo, arduamente podrá seguir de manera adecuada las instrucciones que uno le dé. Si se tienen en cuenta estas limitaciones y se procuran evitar, minimizarlas o mejorarlas, se conseguirá una mayor cobertura en la compresión de las instrucciones propuestas.
En definitiva, la relación y comunicación con el adulto mayor plantea ligeras dificultades que no se pueden obviar a la hora de actuar. En el ámbito de los servicios de salud son muchos los problemas que se originan cuando la comunicación es mala, apresurada e impersonal. Está demostrado que el establecimiento de una adecuada interacción entre el profesional y los usuarios de los servicios sanitarios garantiza la adopción de medidas y estrategias preventivas por parte del usuario, evitando así problemas futuros.

Comunicación interpersonal en la persona anciana

La comunicación interpersonal es un proceso en el que se integran distintas capacidades de respuesta que pueden ser aprendidas y modificables mediante el entrenamiento en habilidades sociales. Este aprendizaje exige el conocimiento y dominio de un conjunto de habilidades específicas: cognitivas (conocimientos sobre la materia), técnicas (manejo de técnicas, instrumental, etc.); pero asimismo requiere, en mayor o menor medida, determinadas habilidades sociales o comunicativas, tanto de carácter general (como puede ser saber mantener una conversación), como específicas (desarrollar empatía).
Por tanto, pensamientos del tipo “no hay nada que hacer”, “esta situación es insostenible”, “soy un desastre” suelen generar emociones negativas que derivan en una respuesta inapropiada. Por ello, a la hora de comunicarse es importante crear en el interior diálogos positivos.
Es necesario tener en cuenta que cuando se quiere dar un mensaje no solo importa lo que se dice, sino el cómo se dice y las expresiones corporales que le acompañan. Así, en el mensaje se pueden distinguir tres partes: el lenguaje verbal (lo que se dice), el cómo se dice (entonación, forma de hablar o volumen de la voz) y el lenguaje corporal (lo que se hace con el cuerpo mientras que se habla). Además de estas habilidades, el profesional debe tener en cuenta otros elementos facilitadores de la comunicación, como son:

  • El lugar y el momento oportuno para establecer la conversación.
  • Demostrar una escucha activa teniendo en cuenta que ambas partes entienden lo que dice la contraria.
  • Seguir una secuencia ordenada a la hora de preguntar; yendo de lo general (formulando preguntas abiertas) a lo particular (preguntas cerradas).
  • Asertividad: ponerse en el lugar del otro, ser compresivo y comportarse de manera íntegra, madura y racional con el punto de vista del otro.

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